El capitán miró a lo lejos con preocupación. Un extenso nubarrón avanzaba hacia ellos. Detrás llegaría la tempestad. En poco tiempo el barco sería como un cascarón flotanto entre las olas. El viejo lobo de mar se colocó al frente del timón, dio las órdenes a su tripulación. ¡Estaban prepatados¡
Todos ayudaron al capitán a conducir el timón y a lo lejos vieron una isla. La tripulación se puso a elevar las velas y a correr por la cubierta como locos, llenos de miedo y preocupación.
El capitán tuvo una idea: ¡irían volando a la isla¡ Necesitaban un cañón y una caja de cerillas. Se la trajeron, pero tenían un problema porque en la caja sólo quedaban dos cerillas. ¡maldición¡ el capitán cogió una cerilla pero la lluvia la apagó. La tripulación puso las velas como techo. Cogió la otra y encendió el cañón.
Después se metieron todos en el cañón. Sonó un disparo y salieron volando. Pero el cañón dejó una llama en el barco que llegó hasta la dinamita que había en el almacén y ¡¡¡BOMM¡¡ . El barco explotó.
Todos llegaron hasta la isla. Uno terminó con la cabeza metida en la arena, otro colgado de una palmera y el capitán en la orilla del mar con un pez en la boca.
Y colorín colorado este barco ha explotado.
