Erase
una vez un niño que estaba muy solo porque no tenía un amigo de verdad.
Intentaba hacerlos, pero nunca lo conseguía. Lo que más le gustaba era ver las
estrellas. Así que todas las noches salía a mirarlas. Y en una de esas noches
vio un ovni ¡¡ Un platillo volante!! Que cada vez se acercaba más y más a su
jardín. Y de repente ¡Boom! Cae el platillo volante con una explosión gigante y
con un montón de humo, haciendo un gran agujero en su jardín.

Cogí
todos los ingredientes el agua del grifo, el papel de una hoja de mis libros de
clase y el zumo del frigorífico. Se lo dí todo al alien y tardó una o dos horas
en hacer el combustible.
Fue
una noche muy divertida y lo pasamos genial preparándolo todo, ya no me sentía
tan solo. Al final se subió en la nave, se
despidió y se fue. Y yo también me fui, pero no a mi planeta, sino al planeta
de mis sueños.